Pablo Pérez en el Oeste de Caracas

lunes, 4 de julio de 2011

Chávez y su terror a la muerte política - Manuel Malaver


Manuel Malaver
La Razón / ND
Chávez y su terror a la muerte política
3 Julio, 2011


Resulta asombrosamente patético que Chávez, horas después de confesar la noche del jueves en cadena de radio y televisión, desde La Habana, que había sido objeto de una intervención quirúrgica para extirparle un tumor canceroso aparentemente colorrectal (y a consecuencia de la cual está sometido al rigor del tratamiento “estricto” que tales operaciones imponen), insista en comportarse como el presidente de Venezuela en ejercicio que fue hasta hace pocas semanas, siendo que, al estar ostensiblemente mermado en sus facultades físicas y mentales, y residiendo en un país extranjero, lo natural y constitucional sería que el vicepresidente, Elías Jaua, sea designado como presidente encargado.
opinan los foristas

No es una posibilidad, sin embargo, que el presidente haya considerado ni siquiera de manera remota, y cómo si no estuviera en cama, objeto de curas postoperatorias que deben resultarle dolorosísimas, y en la incertidumbre de la evolución que en el caso de síndromes cancerígenos siempre hace temer por recurrencias y recaídas, pues el hombre intenta simular que está como si nada, que goza de la salud de siempre y dispuesto a asumir los retos que las circunstancias le presenten.

O sea, que toda una apoteosis a la irresponsabilidad política, y de falta de consideración con sus familiares, sus colaboradores, sus amigos y consigo mismo, que solo puede atribuirse a que, además de afectarle la parte inferior del aparato digestivo, el cáncer también le ha inferido graves daños a su salud mental.

Porque ¿de dónde saca Chávez que su imprescindibilidad en lo que se refiere a la marcha de los asuntos públicos en Venezuela llega al extremo de que no pueda tomarse unas semanas o meses para reponerse definitiva o parcialmente de una enfermedad que, curada o latente, siempre depara amargas sorpresas a quienes no acatan los tratamientos? ¿De dónde saca que los venezolanos, que un solo venezolano, sea de entre sus amigos o adversarios, le está exigiendo que haga esos shows o montajes de televisión lamentables desde La Habana, para demostrar que sigue siendo el Chávez de siempre, el Chávez que no delega nunca, y prefiere arriesgarse a que su salud vuelva a deteriorarse antes de que Elías Jaua, el vicepresidente, haga lo que le corresponde hacer, que no es otra cosa que sustituirlo como presidente encargado hasta que se restablezca su salud?
Pero no, no son honores que pueda conceder este superhombre para quien la vida no es sino paráfrasis de aquel “Yo, el Supremo” de Augusto Roa Bastos, y el ejercicio del mando una adicción que debe bajar con el adicto hasta la impasibilidad de la tumba.

O sea, que prefiere exponerse al ridículo de estas supuestas sesiones de trabajo con algunos ministros invitados llevados especialmente desde Caracas, a la simulación de hacer creer que puede hacer de todo porque está enterado de todo, y que no solo nació para vencer a la oligarquía, a la burguesía, al capitalismo y al imperialismo…sino también al cáncer.

Pero hay más, mucho más: desde sus peroratas habaneras, y a nombre de lo que no puede calificase sino como “un gobierno en exilio”, Chávez blande también el garrote, no deja de agitar el látigo y de advertirle a sus enemigos que, cualquier cosa podría suceder, menos que este ser humano de madera reflexione sobre aquel “Vanidad de Vanidades” que trae el Eclesiastés y es la puerta de ingreso al bien de la humildad que ata a los que se identifican con la Iglesia de Cristo, que es también sabiduría y auténtica consustanciación con Dios.

No, Chávez nació para ser duro, violento, implacable, intolerante, para mandar sin bajar la guardia ni siquiera en el instante en que tuvo que ver frente a frente la cara de la transitoriedad que esencializa los asuntos humanos, pero sin animarse a pensar y decir: ”Se acabó, y dejemos que sean otros quienes completen, terminen o modifiquen lo que Dios o la naturaleza no me permitieron completar, terminar o modificar”.

De modo que, está el hombre allá, en La Habana, no se sabe si convaleciendo, curándose, apagándose, pero en cualquier caso, huyendo de los suyos, de esos venezolanos que trata como “extranjeros” y a quienes restriega día y noche “que Cuba es el mejor país del mundo”, “el que tiene la mejor medicina” y ese “hombre nuevo” que emblematizan Fidel y Raúl “que son quienes me han salvado la vida”.

Mientras tanto, Venezuela sigue cayéndose a pedazos, y, lo que es peor, en el trance de acelerar su ruina, pues al pasar a ser gobernada por dos regímenes, uno con sede en Cuba, presidido por un enfermo que tratará de demostrar a toda costa que su cáncer de colón no es impedimento para seguir controlando la situación, y que si lo dudan, lo vean en su próxima cadena de radio y televisión, o video; y otro, establecido en Caracas, encabezado por una tal Elías Jaua, que también llaman “el vicepresidente”, y que si atreviera a expresar el más mínimo descontento sobre su situación, caería como fulminado por un rayo, disparado vía satélite desde La Habana por este Júpiter de Sabaneta para quien cumplir la Constitución Nacional, es un chiste.

Un desgaste innecesario, tanto en un caso como en otro, y que ignora la extrema enfermedad nacional, sin viviendas para los más pobres, sin seguridad para todos los habitantes del país, con un sistema eléctrico en franco colapso y una infraestructura vial que, de ser la más extensa y eficiente de América latina, ha prácticamente desaparecido.

También hay pésimas noticias del lado de la economía, con un crecimiento casi cero en los últimos 3 años, inflación de más del 30 por ciento, endeudamiento de 120 mil millones de dólares, el aparato productivo público y privado reducido a la nada, y las importaciones de alimentos, materias primas, equipos agroindustriales, manufacturas, y tecnología, consumiendo el 70 por ciento del presupuesto nacional.

Acabamos de ver la situación carcelaria con sus decenas de muertos y proliferación de mafias que controlan los recintos penales, los jueces, tribunales, fiscales, policías y un comercio de tráfico de armas y drogas que se cuenta entre los más prósperos del país.

Y esa Venezuela es la que pretende gobernar Chávez desde La Habana, por televisión y videos y a través de un gobierno paralelo “y en exilio”, que no dejará hacer al que sí debería existir, que es el del vicepresidente Jaua, porque Chávez no comprende otro principio de política que no sea el de la frase de aquel rey de Francia, Luís XV: “Después de mi: el diluvio”.

Un caso de psicopatía del poder que supera con creces los de Chapita Trujillo, Somoza, Pérez Jiménez, Franco, Pinochet y el de Fidel Castro, por cuanto, creo que todos se detuvieron, o se habrían detenido, si concluían que continuar sus despotismos era exponerse a que la biología vengara a sus próximas víctimas.

Ahí está Fidel, con sus 85 años a cuestas y con dolencias que no le permiten sino una actuación de telonero, sea de Raúl o de Chávez, pero en ningún caso aguándole la fiesta al gobierno de su hermano menor, que el mismo promovió y apuntaló, aguardando la decisión final, ya preocupado, ya tranquilo, pero consciente de que su protagonismo ya pasó.

¿Puede decirse lo mismo del convaleciente Chávez y de sus ridículas apariciones desde La Habana para demostrar que “jefe es jefe aunque tenga cochochos” y que “sigue siendo el Rey” y que pronto, muy pronto, estará en Venezuela para pasarle factura a quienes dudaron de que no es inmortal y no nació para gobernar y gobernar incluso contrariando las señales de la naturaleza?

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11-12-2009 Discurso del Embajador de Panamá ante la OEA

Impecable Discurso de Guillermo Cochez, Embajador de Panamá ante la OEA. No dejes de escucharlo ! La da al régimen hasta con el TOBO, pero dipolmáticamente...!