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Luis Carías | lcarias@el-carabobeno.com
18 abril 2011
Sin "Check Out". Ese es el estado en que se encuentran las familias damnificadas, a raíz de las fuertes lluvias que azotaron el territorio nacional hace cuatro meses y, que en consecuencia fueron trasladadas a 185 hoteles que se concentran en el Area Metropolitana de Caracas, Miranda, Nueva Esparta y en menor cuantía Carabobo, Aragua y la zona de Puerto La Cruz-Barcelona.
William Bracho, presidente del Consejo Superior de Turismo (Conseturismo), comenta que la llegada de Semana Santa trae a colación nuevamente el tema de los hoteles que son utilizados para damnificados.
Recuerda que en diciembre, el Gobierno "tomó forzosamente las instalaciones de varios hoteles", tras aclarar que funcionarios llevaron documentos en los que obligaban a los dueños de los establecimientos a firmar una carta en la que expresaban "voluntariedad, es decir, decían necesito las habitaciones y me las tiene que dar de forma obligatoria y los hoteleros no se negaron", dijo sarcásticamente.
Entre diciembre y enero fueron 185 hoteles los afectados con capacidades tomadas entre 10% y 70% y hasta ahora "no hay desocupación". Aunque reconoció que existe una crisis, alegó que la carga no la puede asumir el sector privado, "el Gobierno toma su parte en el asunto, pero Colombia y Brasil han tenido crisis peores que Venezuela, con más de dos millones de damnificados y la actividad hotelera no se vio afectada". En todo caso, si se pidió solidaridad, "ya han pasado cuatro meses", justifica.
Al borde del abismo
Bracho solicita al Gobierno claridad, porque un hotel con más de la mitad de su capacidad comprometida por los damnificados, tras cuatro meses "está al borde del quiebre", pues han tenido que asumir gastos como habitación, alimentos y perdiendo el costo de oportunidad de otros huéspedes "el de servicio sigue siendo normal".
El empresario relata que cuando un hotel está ocupado en esa magnitud por damnificados "se espanta a los clientes", pues aunque "no son seres indeseables", las condiciones no son las mismas. "Unos viven en el lugar esperando una solución habitacional, mientras que el otro va por fines turístico-comercial, y eso restringe la posibilidad de que el hotel opere con normalidad".
En Barlovento, por ejemplo, algunos hoteles ya enfrentan una "crisis financiera y laboral", porque al no registrar ingresos, "no tienen cómo pagar los sueldos de los trabajadores, los servicios o para hacer mantenimiento". Al mismo tiempo, se "deforma" el objeto comercial de los establecimientos.
Solución complicada
El tema es complejo. En el caso de los hoteles en el municipio Libertador, en Caracas, donde se estiman unos 90 ocupados, el alcalde Jorge Rodríguez había notificado a los empresarios en una reunión a finales de enero que en Consejo de Ministros se habían presentado cinco propuestas: expropiación y compra del inmueble; asumir el pago de los servicios; asumir el pago de la nómina de algunos de los hoteleros; exoneración de impuestos y exoneración de multas o retrasos en el pago de impuestos, sin embargo los compromisos no se han cumplido.
El problema, a juicio de Bracho, es que el sector depende de las temporadas y en el año hay cuatro identificadas: carnaval, Semana Santa, vacaciones de agosto y diciembre. "El resto del año, salvo los puentes, son bajas temporadas".
En lo que va de año, menciona, ya se perdió Carnaval, Semana Santa va por ese camino, "se llegará a julio sin una solución". Agregó que no se puede solventar un mal, creando otro mal, "no se puede castigar a la actividad hotelera por un problema de carácter nacional", puntualizó.
Generador de empleo
De 1.800 establecimientos hoteleros, el 10% está afectado en todas sus categorías: desde pequeños hoteles hasta aquellos con cinco estrellas, pero por razones de imagen prefiere ocultar el nombre de estos.
Además, en una situación económica delicada como la venezolana, el sector puede ayudar, pues es un gran empleador, "dependiendo de la magnitud de la estructura puede contratarse entre ocho y 19 personas por habitación, o sea, uno de 100 habitaciones tiene 1.400 personas trabajando".
Si el problema no se resuelve pronto, "se espantará al inversionista extranjero, porque no hay reglas de juego claras. No se gastará entre 40 mil y 50 mil dólares por habitación para que se metan damnificados".
Por los aires
Se maneja una paradoja, explicó Bracho, tras indicar que, a pesar de los problemas, el sector es activo, "el año 2011 se comenzó con buen pie".
El transporte aéreo reportó un repunte en el volumen de pasajeros, pues en 2010 la venta ascendió a dos millones 112 mil boletos internacionales y sólo en el primer trimestre hubo un crecimiento de 30%. "Eso debería aprovecharse, porque quiere decir que Venezuela es un país con mucha capacidad de salir de sus problemas".
Con esa situación, el director ejecutivo de la Cámara de Empresas Venezolanas de Transporte Aéreo (CEVETA) proyecta que, a finales de año, se podría terminar con más de dos millones 600 mil boletos vendidos.
A pesar de la situación expuesta, el presidente de Conseturismo vislumbra una Semana Santa positiva, "ya no hay cupos, hay insuficiencias de transporte terrestre y los ferris a Margarita o Puerto La Cruz se quedan igual, por lo que desde el punto de vista comercial será una semana exitosa" y en ello contribuirá que las principales vías del país fueron sometidas a un bacheo.
Lo que sí se debe coordinar -asegura- es la vigilancia para que los criterios estén unificados, "puede ocurrir que haya de 10 a 15 alcabalas y en todas detengan automóviles, lo cual puede traer retrasos", por lo que exhortó a que se dé prioridad a la seguridad y fluidez.
Promover el turismo
El ministro de Turismo, Alejandro Fleming informó durante su interpelación en la Asamblea Nacional (AN) que durante el 2010, 700 mil personas visitaron el país. "En esa materia estamos atrasados, pues es prácticamente la misma cantidad que hace 30 años", compara Bracho.
Esa falta de avances tiene tres razones básicas: el país no ofrece seguridad, hay poca capacitación y falta de calidad en el servicio. Sin embargo, esos problemas no deberían existir si se toma en cuenta que existe una Ley Orgánica del Turismo que establece una contribución del 1% sobre las ventas que aportan los prestadores del servicio turístico para la capacitación y promoción. "Eso no se cumple, los recursos se han utilizado para otros fines que tienen más vinculación con el tema político".
Después de Semana Santa, anuncia, podrían conformarse con el Ministerio de Turismo mesas técnicas para relanzar los proyectos de capacitación, "lo que se quiere es que las personas repitan o al menos recomienden el producto a otros".
"No se puede matar a la gallina de los huevos de oro. Venezuela ofrece sol y playa y en eso compite con todo el Caribe, por lo que los turistas no se pueden ir horrorizados", agrega.
Inédito
Bracho asevera que es una situación inédita que damnificados se alojen en hoteles, "nunca se había vivido eso", dijo tras recordar que tiene 40 años en el negocio. "Tampoco en otro país y un ejemplo de ello es lo que ocurre en Japón o Medio Oriente y esos gobiernos no tomaron al sector privado".
Considera que el Gobierno venezolano debe tomar en serio la posibilidad de construir albergues para sacar a los damnificados de los hoteles, cuestión que se había prometido para finales de febrero -antes de la temporada de carnaval-, pero las instalaciones continuaron sin disponer de sus espacios habituales para alojamiento.
Esa recomendación la hace, porque la situación climática se ha hecho repetitiva durante los últimos 12 años, "hay un cambio y debemos prepararnos". La inseguridad, sin embargo persistirá mientras se construyan ranchos en las ciudades principales y ésas personas serán las más expuestas.
Una Ley del Turismo Popular para todos
El Parlamento incluyó en la Agenda Legislativa 2011, el proyecto de Ley del Turismo Popular y, aunque no está entre los textos prioritarios, hay disposición a discutir la materia, por lo que Conseturismo hizo una serie de consideraciones al respecto.
Bracho recuerda que la idea no es nueva, pues el ex ministro de Turismo, Wilmer Castro propuso la Ley del Turismo Social que se vio como "algo interesante", pues del tema se viene hablando desde hace una década, "pero se paralizó y ahora vuelve a la palestra".
Asoma que la ley podría ser positiva si no establece más restricciones al sector, sino posibilidades para el desarrollo del turismo popular.
Un ejemplo es que se habla constantemente de incorporar a las clases menos favorecidas, los incapacitados, estudiantes, o personas de la tercera edad, "pero no hay infraestructura para ellos". Aclara que el Gobierno actual no tiene la culpa de esto, pues se arrastra desde los años 70.
Las personas "con menos recursos no pueden llegar nunca a un hotel de cinco estrellas, porque sus ingresos no le dan para ello", asiente, tras detallar que entonces, tanto éstas personas como los estudiantes prefieren acampar al aire libre, "pero tampoco se han acondicionado esas áreas para que lo hagan".
Entonces plantea que se establezcan paradores de carretera con la finalidad de que la gente pueda pernoctar durante viajes largos. El lugar tendría que contar con algo de seguridad, complementa.
Respecto a los camping, compara que en otros países se ha pensado en esta modalidad para el turismo, debido a que se dieron cuenta que las personas con menos recursos lo necesitan, por lo que pudieran acondicionarse lugares donde se podrían comprar carpas o alimentos.
También se debería "incentivar el sistema de albergues", no como posadas, pues éstas por naturalidad no son baratas, sino como pequeños sitios. Sobre los parques nacionales, apunta que "se subutilizan, porque tienen una reglamento de uso que todo lo prohíben, pero no regulan como se usan las cosas".
Sentencia que si se quiere una ley para promover la política, no tendría sentido en primer lugar elaborarla, por lo que recomienda redactar un texto legal para que las personas de todas las clases sociales tengan acceso al turismo.
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