En Venezuela toda la ciudadanía ha sufrido los efectos del deterioro continuo del poder adquisitivo
LUIS ENRIQUE OBERTO G. | EL UNIVERSAL
miércoles 24 de agosto de 2011
Hoy, más que en cualquiera otro tiempo, la fortaleza de la economía de un país está principalmente fundamentada en su capacidad de producción de una multiplicidad de bienes cuyos desarrollos están determinados en proporción importante por el ingenio nacional: investigación científica y patentes de invención, disposición para el trabajo de sus pueblos, manejo adecuado de sus recursos y compensación apropiada a las personas -opciones de acumulación debida- según su querer y empeños.
Mientras los pueblos y su dirigencia tienen clara la necesidad de hacer concurrir en su realidad esas circunstancias, siempre pueden superar los obstáculos que surjan en su andar. Pero, cuando se dictan leyes, disponen políticas y adoptan decisiones de cuya aplicación las comunidades no pueden esperar ningún bien, una vez impuestas si dichas comunidades no tienen posibilidad alguna de atemperar sus efectos ni de modificar las intenciones de sus promotores o no la perciben, viven en su presente la angustia de la depredación de su futuro.
Por ello, en este tiempo de variadas protestas en diversas partes del mundo: unas por la libertad y la dignidad de las personas, y otras -como las ocurridas en países de la Unión Europea (UE)- de rechazo al manejo responsable de las finanzas públicas o por motivos sin proporción con la indignación mostrada, muchos pueblos por no haber estado atentos a los propósitos de sus gobiernos y la viabilidad de sus promesas, ni defendido oportunamente su libertad y sus derechos fundamentales, y haber aceptado la siembra del odio y la discriminación en su seno por quienes solo quieren su sumisión sin límite alguno, sienten gravemente comprometido su futuro.
Abona en tal sentido, negativo para el devenir de los pueblos, la carencia de órganos del Estado dispuestos a sostener realmente en todas las circunstancias los derechos intrínsecos a las personas.
En nuestro país toda la ciudadanía ha sufrido los efectos del deterioro continuo del poder adquisitivo de nuestra moneda -reflejo de una de las inflaciones más altas del mundo- cuya causa fundamental radica en el uso por el Gobierno de parte de las reservas internacionales que deberían respaldar la moneda emitida por el Banco Central de Venezuela (BCV), que el Banco protege poco.
Ahora se pretende colocar gran parte de esas reservas -incluso del oro que hace parte de ellas- bajo la custodia de bancos y autoridades de países como Brasil, China y Rusia, que por sobradas razones presentes y registros históricos, no constituyen garantía alguna del bien del pueblo venezolano.
luisoberto@yahoo.com
http://www.eluniversal.com/2011/08/24/depredacion-del-futuro.shtml
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